miércoles, 28 de diciembre de 2011

Principales tipos de erosión

Las manifestaciones de la erosión sobre la superficie terrestre son debidas, principalmente, a las acciones individuales o combinadas del aire y del agua (en sus tres estados), además de las de otros agentes geológicos externos como los gases atmosféricos, los seres vivos y los cambios de temperatura.
Se puede decir que ambos fluidos, aire y agua, reaccionan por desagregación mecánica a escala macroscópica y por alteración química a escala microscópica. El estudio macroscópico que se presenta en este documento permite presentar los principales tipos de erosión visible: la eólica, la glaciar, la fluvial y la marina.
Se debe tener en cuenta que las fuentes de energía que impulsan a actuar a los agentes externos sobre las rocas son la radiación solar, la gravedad terrestre y la atracción gravitatoria Luna-Sol.



Erosión eólica
La erosión eólica se manifiesta principalmente en las zonas desérticas. En estas regiones, la ausencia de vegetación y las bajas tasas de humedad (es decir, la aridez) favorecen que se originen corredores de viento, el cual barre la superficie del suelo con gran eficacia.
La erosión producida por el viento se conoce como abrasión y corrosión eólica, términos relacionados con el desgaste mecánico que tiene lugar en las rocas por el impacto repetido de las partículas que transporta el viento. El viento no puede arrastrar partículas de roca muy pesadas, solo transporta las más ligeras. Se llama deflación al arrastre selectivo de partículas ligeras originado por el viento, que deja las más pesadas en el suelo.
La erosión mecánica del viento se traduce en tres formas de acción: la reptación (o arrastre por el suelo de las partículas de roca más grandes, de tamaños de 0.5 a 1 mm), la saltación (o desplazamiento a saltos de partículas de menor tamaño, entre 0,1 y 0,5 mm, que se elevan y caen a intervalos breves de tiempo, pudiendo provocar las conocidas tormentas de arena) y la suspensión (cuando las partículas más finas se mantienen sin contacto con el suelo durante mucho tiempo, originando en ocasiones tormentas de polvo).
La reptación y la saltación originan los suelos rocosos o campos empedrados (reg) de los desiertos. Las partículas en suspensión (arena fina, limo) se depositan más lejos, cuando el viento pierde la intensidad necesaria para transportarlas, y pueden acumularse formando campos de dunas (ergs).
Las dunas móviles se desplazan bajo la acción del viento y en su dirección dominante, debido a la saltación de las partículas en el dorso de la duna (barlovento) y a las pequeñas avalanchas que provocan que avance el frente de la duna (sotavento).
Si las partículas en suspensión chocan con formaciones rocosas, estas se desgastan de forma diferencial (más donde el viento es más intenso) y pueden crearse formas espectaculares: fungiformes (hoodoos), setas, puentes…



Erosión glaciar
La acción geológica de los glaciares se da solo en las zonas de nieves perpetuas. En los siguientes esquemas se ilustra la erosión glaciar de la alta montaña (también llamada alpina). La acción erosiva del hielo está causada: por abrasión glaciar o exaración (fricción de los fragmentos de rocas que arrastra el hielo en su desplazamiento contra las paredes y el fondo del valle) y por arranque (rotura de las rocas debido al propio efecto del hielo).
1. Un glaciar alpino o de montaña se forma a partir del relieve modelado por los cursos de agua que ahondan un valle con perfil en forma de V (fluvial).
2. Durante las épocas de glaciación, se acumula nieve en las cumbres, que se compacta y se transforma en hielo. El discurrir del hielo, cuyo espesor puede alcanzar varios centenares de metros, cava y modela progresivamente el valle original.
3. Tras el deshielo, el valle adquiere un perfil característico de valle en U (fondo ancho y plano y paredes verticales), solo visible cuando se retira el río de hielo o lengua (su velocidad de desplazamiento puede alcanzar 1 metro/día).
En el paisaje glaciar sobresalen los circos glaciares (antiguas depresiones excavadas en la montaña donde se acumula el hielo), los valles suspendidos delimitados por picos piramidales (horns) y aristas (crestas de bordes puntiagudos que actúan de divisorias entre dos circos o dos valles glaciares) y las estrías o arañazos en las superficies de las rocas, consecuencia de los fragmentos que desplaza la lengua glaciar.
Gran parte de los materiales arrancados a la montaña forman las morrenas.

Erosión fluvial
Al principio, las aguas salvajes (sin curso fijo) y de arroyada (por pequeños lechos fijos), ambas provenientes de las precipitaciones, comienzan a cavar los valles fluviales en profundidad, formándose su característico perfil en V. Son valles estrechos y las aguas que discurren por el cauce de estos cursos tienen que salvar pendientes muy elevadas, cascadas, saltos de agua y rápidos. Es normal que se formen cárcavas o badlands (grandes extensiones de surcos que canalizan las aguas de arroyada, desprovistas de vegetación), barrancos (cauces de paredes escarpadas que reciben el agua de arroyada), torrentes (cauces cortos que llevan agua de manera esporádica) y tajos, gargantas y hoces (encajamientos más o menos profundos, principalmente en el curso alto, donde el río tiene más poder erosivo).
Poco a poco, la pendiente del cauce desciende: el arroyo se convierte en río. El valle en V cambia algo su perfil, más cerrado en el curso alto y más abierto aguas abajo, pues además del ahondamiento de la fase inicial (erosión del fondo o erosión lineal) se origina el ensanchamiento (erosión de las paredes del cauce o lateral). Los sedimentos resultantes de la erosión son transportados por las aguas del río y depositados de manera característica: se acumulan en la parte interna de los meandros (curvaturas del cauce del río en lugares de poca pendiente) y a ambos lados del curso, bien de manera escalonada en las terrazas bien formando llanuras aluviales (extensos depósitos de materiales finos), las cuales reciben el nombre de vegas cuando son fértiles y aprovechables para el cultivo.


Erosión marina
El litoral constituye una zona de contacto entre tierra firme y océano, en la que se combinan los procesos erosivos terrestres y marinos.
Gran parte de los sedimentos en la costa provienen de las erosión continental y es transportada por los ríos hasta formar deltas (acumulaciones en forma triangular de limos y arcillas en la desembocadura de un río, si en esa zona hay poco oleaje, existen corrientes débiles y la profundidad es pequeña).
El resto de los sedimentos se forman por la erosión costera debida a las olas y el viento principalmente. Estos sedimentos se distribuyen a lo largo del litoral como consecuencia de las corrientes costeras que las transportan en paralelo, en ocasiones modelando playas, tómbolos, albuferas, barras de arena…; retornan tierra adentro gracias al transporte eólico, formando las dunas costeras; se evacúan en las aguas oceánicas, mar adentro, y en suspensión pasan a formar parte de las mareas y corrientes oceánicas; y pueden originar nuevas formas del relieve cuando mezclados con las olas chocan contra las rocas costeras (acantilados, plataformas de abrasión, arcos naturales, farallones, cuevas…).


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